domingo, 10 de abril de 2011

Pirata

Desesperado hasta los huesos, inquieto, neurótico, psicótico y escrupoloso; el pirata mira desde el barco cómo se hunde el tesoro en el fondo del mar. Sí, el tesoro, el que estaba en la cajita de madera que tanto les costó encontrar. Y su pata de palo empieza a temblar, y le salpican gotas de sal en la frente, y quisiera sumergirse para recuperarlo.

¡Ay pirata! Te preocupaste más de tu tapón, el parche en la cara y la gorrita con la estúpida calavera te han distráido demasiado. ¿Y ahora? Nada que hacer, pudiste cuidarlo, pudiste guardarlo, pero preferiste dejarlo al lado de la proa. LLegó la ola y se lo llevó. Así es esto, cuando estás en el barco en cualquier momento puedes hundirte, y si no, al menos te asustas. Y de qué manera.

Dile adiós, a pesar de que te duela en el alma, el tesoro de tu vida, el botín que siempre anhelaste, el que nunca más podrás encontrar ni hurtar. Canalla, miserable, aguanta tu soberbis, tu egoísimo maquiavélico cede ante la realidad, que siempre cobra las facturas. Llora pues, hasta que se te pase. Si es que se te pasa.



Sin embargo, en las noches, el pirata se despierta ym desde su barco, mira al horizonte, al mar en calma, y piensa: "Lo voy a conseguir" Él sabe que esa historia es demasiado fuerte como para que un descuido la concluya. Y luchará, piensa; y lo hará con todas sus fuerzas, correrá con la pata de palo, pero avanzará.
De rato en rato recuerda que está solo, que le gustaría tener ayuda, pero ésta siempre está ausente, disfrutando de las esquirlas del final de una semana, relajándose siempre en la punta de la montaña. Creyendo que con un grito o enseñando una bandera, cubrirá lo que nunca ha podido.

Pirata, solo estás, como toda tu vida Pero no importa, tu tesoro te hará mover al mar, y lo sabes.

sábado, 2 de abril de 2011

El tristísimo murmullo del silencio. Ya ni siquiera algún grillo que se compadezca de la noche. ¿Y qué estará pasando en el océano? Es mejor ni imaginar. Ya para qué. Ya para qué.