martes, 31 de enero de 2012

Fuga

Corrió. Simplemente se fue. Aprovechó la noche y la distancia, la lejanía y la facilidad.
No le importó más, a pesar de haber construido, a pesar de haber criado un punto celeste de zafiro
Pensó más en su conveniencia, en desaparecer (se), pensó en la calle brillante, y en sonrisas postergadas.

Y como el golpe final en el boxeo, sacudió a su contrincante. Se fue rápido, sin mirar atrás, lección para Orfeo: Eurídice de miel. Ya no habrá de mirar atrás porque sabe. Lo enterrado bajo la alfombra estará por siempre. Sin limpiar, sin remover, estático.


Corrió. Hizo lo fácil, la del cobarde que huye ante cualquier sensación de miedo. Es como si en el mundo abundaran ahora pequeñas partículas de egoísmo y frialdad  rodeando cada parque, cada vela, cada curva y rincón. Su cartel de valoración ha sido tan manchado y destruido, que ya casi ni se notan las letras. La fuga le costó.

Cuidado con los escapes, a veces terminan peor de lo que empiezan. Ojalá que no, que valga la pena tanta alegría. Que la celebración perdure  porque, invisible, aparecerá el otro extremo de la cuerda: La venganza será la felicidad.



martes, 17 de enero de 2012

Luna

No basta con que se esfume la vida. No le basta con asesinar a todo un país de inocentes, también tiene que recuperar a los antiguos espíritus, a Aquellos zánganos con sonrisas de mentira, a aquellos falsos  engendros que esconden su sed, aquellos que ni la toman en cuenta, que la desvalorizan.
Y es cierto que sólo cada quien sabe porqué hace lo que hace. El misterio de la sensatez nunca será descubierto, al contrario, siempre se hará más sucio, impúdico e indiferente.

Ve y goza con el nuevo juguete, hay una galaxia próxima, una más de las efímeras, esas que te encanta visitar, esas que sólo sirven para enlodarse. Y volver, como tantos años, a ser carne de carroña para los buitres, tan asquerosos como esa situación llena de sinsentido y miradas al vacío.



Ya el tiempo no dirá nada, ni  mucho menos ordenará. No será la clave del rompecabezas, no.
Ya todo está dicho hoy, en el presente, en la sensación de la caída de una lágrima, en la percepción del avance del caracol. Aquí, no antes, no después.
Y las muertes lo evidencian, los gritos lo recuerdan. Y así, con la alegría siempre afuera, con la capa de contenta saldrá nuevamente la luna a dejarse mirar, a dejarse estar, a dejarse tocar y contemplar
Porque ni en otras galaxias la vanidad desaparecerá.