martes, 1 de mayo de 2012

Y no está mal

Un rifle. Las balas saliendo a toda velocidad, el fuego, el chispazo de cada disparo. El arma, hirviendo, con el humo apareciendo en la boquilla. 
¿Acaso es inhumano? Eros y Thánatos guardan igual, en su deseo, esa dosis de locura que los conmina a las más trágicas y felices aventuras, en donde intercambian roles sin querer (u obligados en algunos casos)
Y entonces, cuando esa dosis explota, ya la percepción de una realidad distorsionada y, por demás, manchada y contaminada, termina siendo el resultado puro y natural de un estado natural, no inhumano.

Viéndolo así, no sería del todo infructuoso el desprecio o la indiferencia, ambas sensaciones se mostrarían como el reflejo del deseo que uno guarda dentro. Es como si se disfrazaran de la muerte y el odio, cuando en realidad son simplemente un pétalo y un trozo de algodón, tan incautos, indefensos y benignos que nadie tendría que preocuparse.

¡Es así! Es la verdad. Ya no debe interesar, ya no debe importar, ya no debe tomarse en cuenta aquellos pasos o esas huellas que marcan las veredas para siempre, como el pisotón en el cemento fresco. Tal vez sea la señal del rescate, el manotazo que el ahogado necesita para ser visto en la oscuridad del océano, el grito escuchado por alguien en medio de la selva. 

Y así, luego de terminarse las balas,  luego de enfriarse el arma, poder sentirse mejor entendiendo que no se trata de frases comunes, para nada.  Se trata de lo natural y ante eso no podría haber juicio de valor, ni bueno, ni malo, ni tosco, ni débil. Entonces al no tener esas reglas (siempre tan mezquinas) estamos permitidos de cualquier sensación, disfrazada o lo que sea. 

¡Celebremos! Es válido, es puro, es natural. La conveniencia ante una nueva era, un nuevo mundo sin ajetreos ni distorsiones, ahora podemos cabalgar libres, dejando el cabello al viento, cerrando los ojos, expresando en la mente o en palabras toda la mierda que se puede sentir frente a algo o alguien. Y no está mal... y no está mal.