domingo, 22 de mayo de 2011

Blackbird

Y entonces, el pájaro negro viendo todo desde la sombra. Silente, cauteloso, apretando las alas y esperando el momento de llegar. Una señal de humo en su interior, interrumpida por sus pensamientos.
Y nuevamente se siente tímido, se esconde detrás de la almohada y debajo de la cama. No quiere que lo vean así, no otra vez.

Esta noche todo quieren bailar, menos él. Porque extraña, y le duele pensar que su jaula lo ha olvidado. Por ratos, el ahogado saca la cara fuera del agua y respira. Pero la mayor parte del tiempo está sumergido. Ni las brazadas ni patadas de desesperación podrán ayudarlo. Y su muerte lenta se prolonga haciéndole pagar por sus miserias, por su ser.


Pajarillo negro quiere estirar las alas y abrazar a su estrella contagiándole su buena fe. Pero no puede, no depende de él, primero tiene que llegar la noche. Tal vez.

A paso lento se cocina un banquete, el más delicioso e insípido, el más fino y manchado, el más inquieto y petrificado. Al final, eso sólo lo sabe el destino. Y si le das una pista? Una nada más, es que las ganas de dormir al lado de una ninfa son más fuertes que diez terremotos juntos. Una sonrisa en la mente, una caricia aprendida y conocida que transforma las pesadillas en dulces sueños.

Hasta dónde llegarás?
Resiste, cree, confía.

Esperanza necesaria y traicionera, le haces recordar mucho cuando encontró su jaula por primera vez, le haces recordar esas noches de dudas, caminos incorrectos, incertidumbres y preguntas. Le haces recordar que sobrevoló parques sin bancas, olas de fuego, ventanas, muros y todas esas cosas que hicieron tan increíble su historia, la historia del pajarillo negro y su jaula.

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