sábado, 14 de marzo de 2015

Nunca hubo tanto

Nunca hubo tanta lujuria
La farsa de los sueños
tan pura, tan verdadera
Y tus piernas
entrelazadas con el aire
con fragancias que destilan
deseo
delirio
ese momento en que el alma
quiere salir
del cuerpo
ese momento en que los besos
se impregnan
en tus poros
tatuajes malévolos
Ternura 
Galope de sensaciones
reales pero ausentes
concretas y gaseosas
Mitad tierra, mitad aire


Existe, a pesar de todo, unidad. Atrapados en la distancia de las cuerdas eléctricas que se intensifican cada noche, cada día, cada descuido del camino adecuado que seguimos para evitar el infierno. Tan placentero, tan tentador, tan cristalino. 

Nunca hubo tanta intensidad como la que su mente tuvo anoche, en la ausencia, en la oscura ráfaga de los ojos parpadeantes, en la transpiración helada recorriendo las preguntas que siguen golpeando la madera. Y es allí cuando el gigante se pregunta cuándo debe despertar. Cuándo debe realmente despertar y desaparecer todo rastro de sequía, de ventisca y de aluvión.  Y dejar de alojarse en el cristal, dejar de apoyar el rostro esperando a que una supernova le transmita la señal. Cuándo debe despertar, se pregunta. O será que ya despertó.

Nunca hubo tanta belleza, impregnada en otra arista de su recuerdo, inocente, casi infantil, que andaba también buscando. Mezcla de mares de autocompasión que quisieran, pero no pueden navegar de la misma forma, ya no. Más bien, el revolver, el rebote mezquino de la paradoja eterna de buscar barba mientras no hay quijada que la sostenga. Porque el deseo tiene otra dirección, clara, irritante, aburridamente nítida. Qué lástima que al final del hall todavía esté la ausencia, sentada, piernas cruzadas, cerveza en mano, con las uñas pintadas como nunca y el diente herido como siempre; con la mirada que se desvanece entre su propio deseo y su temor. 

Nunca hubo tanta intención, porque así la encontró una vez, bien sentada; y la tomó directo, la ajustó hacia su cintura como tanto le gusta, abrió sus piernas y abrió un mundo: el más hermoso, el más caótico, el más intenso, el más humano, el diferente; el que necesita de su respiración. Ese que se confundió entre el sueño, las sábanas y el mundo. 

Nunca hubo tanto amor como el de anoche, como el de todas las noches, pensándola en la soledad de una cárcel a miles de kilómetros de altura. Nunca hubo tanto, ni en el de las vigilias, ni en el de los sueños; ni en las lágrimas o en las palmadas, ni en los escapes ni arrebatos, ni en las caricias o en el tiempo. 


abstract-art-wallpapers-wallpaper-images-array-wallwuzz-hd-wallpaper-2506.jpg (1920×1080)



viernes, 13 de marzo de 2015

Extraña aparición
como la espuma en el agua
Desaparición común

Estrella fugaz
que juegas sin querer
a hacer daño
o dañas  queriendo
y juegas

Dulce maldición, 
dulce condena
be-lle-za-dul-ce,
de sonrisa, pestaña y ceja
de pecas traviesas
brillantes

fucking brillante

domingo, 1 de marzo de 2015

Mañanas

Hay mañanas, como las de hoy, en las que te respiro más.
En las que rozamos los codos
Electricidad.
Casi tan concretos como el sueño de la otra noche
Ese en el que éramos los dos, siendo bien.

Hay mañanas, como las de hoy, en las que te percibo más.
En un tropezón de la memoria, en lo imperdonable de la mente.
En tu olor
Que se pasea por aquí, y juega a no ser atrapado
Burbujas de ti

Hay mañanas, como las de hoy, en las que me destruyo más,
En el retorcijo del lamento
En la imagen difusa, opaca, nebulosa
Distancias que se arrancan del sofá.
Del color de una mirada.

Hay mañanas, como las de hoy, en las que me preguntó más,
En tu presencia
En tu ausencia
En un presente presto para salir corriendo
Y ser encarcelado, o tal vez, por siempre prófugo

martes, 24 de febrero de 2015

León y dragón

¿Qué te parece si jugamos a que nadie escribió nada?
Y tú haces de cuenta que no hubo poema de Cortázar
Y yo me hago el que no leí las metrallas que escribiste al final.
Y te vas
Y me voy
Sin perdón
Sin cólera
Sin ternura
Sin piel

Y te guardas el león
Y yo escondo al dragón

Nos vamos en cero
tabla rasa
Con humo blanco
desapercibidos

Y nos vamos separados
Cada quien con su equipaje
Cada cual pensando
lo que quiere pensar del otro
lo que tiene que sentir
para no sentir

¿Qué te parece si jugamos a que nada existió?

Y entonces te busco
de a pocos
León y dragón
indivisibles y a prueba de balas

...Y Cortázar coge la metralla
directo al río
Y todo se acabó
O lo que es igual
Y todo empezó


lunes, 27 de enero de 2014

Erosión

Un amigo me revela, como si de nada se tratara, algo que ocurrió hace años, muchos años, y de pronto siento dentro de mí un derrumbe de galerías. Zonas íntegras de mi pasado se hunden, se anegan o se trasfiguran. Esto me sirve para comprobar que no somos dueños de nada, ni siquiera de nuestro pasado.  Todo lo que hemos vivido y que tendemos a considerar como una adquisición definitiva, inmutable, está constantemente amenazado por nuestro presente, por nuestro futuro. La maravillosa historia de amor, que guardábamos en un sarcófago de nuestra memoria y que visitábamos de cuando en cuando para buscar en ella un poco de orgullo, de ánimo, de calor o de consuelo, puede reducirse a polvo por la carta que hallamos en un libro viejo el día en que mudamos de lugar la biblioteca. Una puta nos revela una noche que el padre venerado, que permanecía hasta tarde en la oficina para ganar más y mantener con holgura a su familia, frecuentaba a esa misma hora los prostíbulos más abyectos de la ciudad. Por un azar descubrimos que el amigo adulto que admirábamos de niños, porque con nosotros tan generoso y tan asiduo, era un pederasta que nos hacía astutamente la corte con el propósito de corrompernos. Pero no todo se deteriora en esta permanente erosión del pasado. También las épocas sombrías se iluminan. Así, la abuela que odiábamos y que llenó de rencor nuestra infancia por su severidad, su malhumor, sus caprichos, era en realidad una mujer buenísima, que sufría un mal incurable y que repartía prospectos de madrugada en las casas para poder con su salario comprarnos caramelos. En suma, nada hemos adquirido, ni paz, ni gloria, ni dolor, ni desdicha. Cada instante nos hace otros, no sólo porque añade a lo que somos, sino porque determinará lo que seremos. Sólo podremos saber lo que éramos cuando ya nada pueda afectarnos, cuando -como decía alguien- el cuadro quede colgado en la pared

Julio Ramón Ribeyro

domingo, 26 de enero de 2014

Adelante

¡Adelante, hacia adelante!
Finalmente hay luz
Finalmente brilla
Ahora cree lo increíble
Adelante, hacia adelante
¿Felicidad?
Al menos algo similar
Ya era hora de que llegue la luz
¡Adelante, siempre hacia adelante!

                                   A cloudburst doesn't last all day - GH

sábado, 25 de enero de 2014

Muchacho

Piedra añorada, de tropezones interminables. Qué necio el muchachito. Abrieron la caja, nuevamente todos salen disparados como balas de alguna metralleta traviesa que no sabe a quién matar. ¿Y ahora? Dígame si el placer o la alegría no son elecciones deliberadas y nada prudentes, !al diablo la razón! ¿Y después? Yo sé que puedo y puedo bien. Tú crees que sí, una cosa es pensarlo, Oliveira, otra es realizarlo de verdad, en la vida misma, con los truenos al lado. Pues no hay jaguar que no le corra a la lluvia, puntitos que se vuelven manchas aunque no lo quiera admitir. Le gusta acostarse sobre velas, puede controlar la quemazón.

¿Y la recompensa? Ajustando tuercas y cambiando bujías, parece que todo irá mejor. Esa caldera que llevas a diario en el vientre ha sido tu propia cosecha. Será mejor así, es menester quemar todo desde un principio, sin sospechas ni congoja. De a pocos, la pecera cede, el agua empezará a derramarse y no quedará ni un mísero pez flotando adrede por ahí. Ojalá.

Se da cuenta que la presencia hace efecto, neutraliza, calma y sosiega. Sin embargo la ausencia deja libres a los duendes, quienes arman fiesta, dolor y los extremos. Una mierda que roza el ardor y el deseo, preferiría no sentir, y así las piedras siempre serán más felices. Pero no, él se siente más feliz, como pocas veces, como aquella vez, y esa cuerda al cielo es la que escala, porque la siente firme, invencible, inquebrantable. ¿Serán sus sueños? Olvídalo, mandraque. Recuerda tus ejemplos, tus faltas, tus excesos excesivos y también tus sacrilegios. Bien te lo mereces, es la ley del boomerang. Pero a éste no lo tumba nadie. Me gusta. Le gusta.  Qué necio el muchachito.