miércoles, 29 de febrero de 2012

Cazador

La furia de la cólera, de la revancha nunca realizada. Ojos de fuego que maquinan la muerte perfecta, el asesinato necesario a quienes van en contra de las leyes naturales más puras y hondas: las de un hombre.
No creas, fiera del campo, que te has salvado del castigo. A manos propias el cazador tiene paciencia y busca el momento adecuado. Ya llegará. Mientras tanto disfruta lo poco que te queda de estética, lo poco que te queda de todo. Ya pronto la vida, vestida de gala y con guantes, hará lo que tenga que hacer contigo. Como si fuera divertido ver crecer el pasto, como si hubiéramos olvidado la piel que debe resistir una caída de lágrima acompañada de un camión lleno de emociones ciegas y poco claras, que se dejan llevar por la estupidez y la inmadurez. Como si no importara el sufrimiento. Infelices quienes creen que sus actos no llevan joroba, inocentes quienes piensan que lo pasado desaparece. Todos recibirán su castigo, doloroso, como siempre ha sido, como siempre debe ser.

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