sábado, 11 de abril de 2015

Coincidencias

¡Mefisto! ¿Por qué será? ¿Otra vez en problemas? Apareces hasta de casualidad, en la acción menos deliberada. O a lo mejor la más. Oréxis bouletiké.

Figúrate, vaya respuesta que le diste al Coro. Ahora entiende la gracia de la casualidad. O, como dicen los paganos de mucha fe (innecesaria), de las coincidencias. 

Ligamentos de cera, mitad oro, mitad hielo. ¿Existirá al menos por un momento, por un instante, ese grado de conexión que se le escapa al futuro y se le adelanta al pasado? El equilibrio no es cuestión de precisión, es cuestión de voluntad.

¡Mefisto! Tú de nuevo, saltando del 1 al 11, como siempre haciendo trampa o, como bien dices, buscando lo que quiere porque lo quiere. ¿Qué será de la sangre, del terciopelo?

Y mientras se preguntaba todo eso llegó una extraña correspondencia. Al revisarla acusa un sobresalto sordo, lerdo, casi para seguir la corriente, pero deliciosamente atractiva, porque también los lobos se mojan los labios.
Y al observar el nuevo bosque, se da cuenta de que la ilusión  no es nada al costado de realidad (pero en la otra cerca, claro). Y, ojo, no es que sea su sensación, tampoco su corazonada; ahora se trata de un cartel enorme que, letra por letra, informa todo eso. Y que, entrelineas, dice mucho más. Copiado, sargento.

¿Y ahora Mefisto? Tu música suena muy bajito.  De rey te fuiste hasta peón. Te lo dijeron, te lo advirtieron. Pero, tú,  y dale con la esquina de siempre. ¿Tanto? Mira el sombrero, un par de monedas, y de las más chicas. Ya ni mires al frente.

                                                                            γνῶθι σεαυτόν

Pero con todo, se acuerda cuando la coronó, cuando las chispitas mariposa la hicieron sonreír. Y que esa sonrisa aplaste a su miedo, a su árbol escondite y a todos los enigmas de la aceptación propia. ¿Qué será todo esto? Probablemente una coincidencia  ¿ o la primera de 80 años? Qué más da, Mefisto, qué más da. 
Total, la despedida siempre es con uno, con sus brazos y sus piernas. Porque, desde el principio hasta el fin, los abrazos existen al contacto. Lo demás se acaba, o lo que es igual, nunca llega a empezar.



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