martes, 3 de agosto de 2010

Hagamos como el viejo soldado. Capturemos a la muerte en un saco. Seamos inmortales. Pero además pediría que la muerte se lleve en el bolsillo al pensamiento. Sobre todo a los malos pensamientos, a esos que vagabundean sin razón, que están ahí por molestar, sin sentido, que carcomen el mármol y que se roban las provisiones. A esos: Que se los lleve y urgente.

Y un pasado tan lejano se vuelve tan actual que fastidia, y camina a tu lado, te golpea en el brazo, te habla al oído. Es como el zancudo de medianoche que no te deja dormir. Y, claro, no queda otra que meter la cabeza debajo de la almohada, porque no hay ganas de pararse, destaparse, apagar la luz, buscarlo, matarlo y volver a dormirse. No hay ganas, ya no. O cada vez hay menos. Será que ahora ya no compraremos el siguiente boleto de tren, será que ahora subamos al primer vagón que veamos, por dignididad y calma.



¿La belleza de los labios puede más que miles de kilos de pensamientos?.
Sí, puede más. Por ahora.
La última vez la respuesta fue: Sí, puede más.
La siguiente respuesta será: Sí.
La última será: Adiós.

Pensamientos, prisioneros, verdugos, psicopátas... Hey soldado, tú que atrapaste a la muerte, no te olvides y asegúrate de que ésta tenga los bolsillos bien cargados... A esos, que se los lleve y urgente

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