martes, 4 de junio de 2013

Para nadie

Tristes chispas en medio de la ceniza. La miserable situación de esperar debajo del puente,  con frío y lleno de periódicos encima. La barba roza el pecho, el polvo infesta, mancha, molesta, incomoda la vista.
Cada vez que llega el tren, sale despavorido, agazapado detrás de algún hoyo en la pared para no dejarse ver. Pero ella nunca está.

¿Qué estará haciendo ella mientras él sigue construyendo su covacha con los pedazos de cartón que siempre le sobran? A lo mejor un paseo por el río, saltando de piedra en piedra probando su equilibrio, a lo mejor peinándose: peinando su astucia, complejidad y misterio poco sano y elegante.


she takes her time and doesn't feel she has to hurry

she no longer needs you


Teme envolverse en el manto, el frío lo obliga pero la libertad de sus brazos le grita que no lo haga. ¿Por qué siempre tan fácil? No da batalla, no se opone ni reacciona. Se deja llevar, como el muerto en la canoa que lo lleva al medio del océano. Insensato y clandestino fastidio que le hace levantar los ojos de vez en cuando y estar alerta. Siempre espera.

¿Qué estará haciendo ella mientras él sigue rebanando historias de molinos y arroz? Quisiera que todo sea más fácil, que las olas no rompan tan seguido en la orilla, que la arena no raspe, que la espuma se disuelva ya. Que llegue el sol y caliente pero sin quemar.


...here will be time when all the things she said will fil your head

you won't forget her


En vano llega el sueño en el que todo es hermoso y simple, donde no hay obstáculos ni dudas, donde todo fluye a pesar de las hojas de otoño que ya empiezan a caerle encima. En vano quiere despertar porque mientras sueña in dreams aún conserva, escondida, la sonrisa.





domingo, 26 de mayo de 2013

Valiente

La maldita certeza de querer volar: tener alas, estilo ensayado y convicción y, sin embargo, no saber cuándo empezar, porque el salto depende de afuera, del viento, de los tiempos y las nubes que cuando quieren llegan y se muestran. Ay de ti, gorrión, que igual te atreves a saltar, a dejarte caer, a sentir la delicia de romper el viento con tus plumas... Eres como Héctor, que salió de Troya sabiendo que iba a ser muerto por Aquiles. Valiente.

         

viernes, 24 de mayo de 2013

Cómplice


El primer paso de la primera puerta que se abre, aunque tan sólo unos centímetros. Eso sí, aún chilla demasiado. Aceite y urgente.
Hay, en el largometraje, muchas situaciones de tensión. Estupor que llega a la garganta cada vez que imagina al boomerang regresando por todo lo alto, atravesando ramas inventadas de árboles pintados que aparecen para impedir el trayecto de aquella arma mortal, de aquella arma temeraria que hace correr a la gente solitaria a encontrarse con el mundo y tomar una taza de café.

¿De dónde proviene toda la gente solitaria? A lo mejor de casitas construidas en las lejanías de la buena voluntad y la inocencia. Aunque, inocencia conciente ya es complicidad. Y se sabe que nunca, ever, se debe despertar la furia de los dioses,  cosa seria que no conviene a ningún negociante del mar ni de la tierra.

Pero la puerta sigue sonando, sobre todo por las noches, y el ruido del crujir de la madera con los clavitos de metal indica que no hay marcha atrás.  Es como atravesar “el muro”, escalar en medio de una ventisca para luego disfrutar de lo que nunca se había visto antes: el mundo.
Timbres ahogados y campanas sordas, piernas largas que caminan alejadas del suelo mirándolo con desprecio. Es momento de usarlas para bailar, bailar tanto hasta quemar el piso, negrearlo, romperlo en pedazos de cemento para que nadie entre ahí de nuevo.  Aunque para ello, se necesitan dos.

 Cómplices here, there and everywhere.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Francotirador



Esquirlas de diluvio. La somera y socarrona muestra de la ilusión, de colores (más grises que alegres, más misteriosos que nunca) Islas de lamento que se burlan del tonto que mira el horizonte pensando e imaginando nuevas rutas.

-Caerás de nuevo. ¿Caerás de nuevo?- le dijeron
-Lo imposible ha muerto hace varias lluvias y varios soles- Respondió con esa seguridad, que utiliza como disfraz de sus miedos, de manera impecable hace tanto tiempo.

Pero estando en el nido, allá en lo más alto, le siguen disparando de todos los flancos. Y aunque día a día va eliminando al enemigo,  siempre hay más. Anoche, por ejemplo, una ráfaga de ataque doble fue muy bien esquivada. Aunque hasta ahora se pregunta por qué renace un flanco ya dado por muerto.
Y, a pesar de todo y como siempre, mira adelante y ya tiene un objetivo. Tan difícil para tantos y tan común para él. Esperemos que la faena se cumpla a cabalidad, que los grillos hagan silencio en el momento del silencio y que vuelvan a raspar las patas sólo cuando él lo indique.

                                                  

Ébano y nariz puntiaguda, rostros de luna media, intrigantes formas y gestos de frambuesas. No importa la dificultad, en la guerra siempre hay varios heridos: sobre todo, inocentes. Pensará, tal vez, en vencer a su más terrible enemigo: la impaciencia. Y ésta, asumida como una reina con el cetro en la mano, invita a la incertidumbre y a la esperanza: un par de putas que viven para regar todo lo hecho y desnaturalizar la belleza de a golpe (o lentamente, lo cual resultaría más placentero)


“Happiness is a warm gun”



sábado, 27 de abril de 2013

Amanecer



Nunca entiende. Siempre entiende, al final es lo que sabes que va a ser, el destino detrás de la pared, el que se oculta y te mira mientras estás volteado y, claro, cuando te asomas desaparece. Cartas con sentido y sin sentido en un segundo. Preguntas de lava, no porque quemen sino por la explosión. Y de a pocos se cierra la vía. Cuántos baches más encontrará en el camino. Ahí está el precio de tus decisiones, sastrecillo valiente; que hoy más que nunca es un torpe cobarde, quien se aterra ante la imposibilidad de ver luz desde un nuevo velero. Tal vez ya no haya otro digno amanecer. 

miércoles, 20 de marzo de 2013

¿Libre?


Salió de prisión y ya. Lo hizo, aunque nadie creía su plan, aunque cada vez perdía más la credibilidad.

Ha caminado algunas cuadras, pueblos y fronteras, pero no encuentra nada.
No se encuentra, no lo encuentra, no la encuentra, no hay encuentros.
¿Será tan torpe de extrañar a los barrotes? A lo mejor extraña la sensación de compañía, de conversar con fierros y recibir palizas a diario de aquellos que siempre se aprovecharon.
¿Qué será? Será que a ratos la calle le queda grande, como la sensación de un elefante cayéndole encima desde un sexto piso.

Se siente bien estando lejos aunque se siente mal de huir. Coordina cada paso como si fuera el último, o el primero (piensa). Al final, ambas son instancias clave en la vida. De ahora en adelante ya no lleva el mostacho, lo cortó en pedacitos que fue regando por toda la avenida, viendo cómo el viento los hacía desaparecer en la mezcla con otras malezas. Dice ser alguien diferente, pero ¡qué tanto! Un bigote no hace al hombre, no al menos a uno de estos. Simplón, acurrucado en la esquina de la cama lamentándose la la actualidad, elegida y deliberada, alegrándose de la única neurona útil que tiene. la cual lleva un cartel colgado hace unas semanas "ES LO MEJOR" Y, gracias, a eso es que todavía puede pasar la saliva.

Oh sí,  es lo mejor. Lo mejor para quién, ¿para él? Lo mejor respecto a quién, a quiénes. La calidad no se mide en sí misma, se mide en función a la necesidad y al capricho. Entonces, sal corriendo, levanta los brazos, toma el camino correcto y no mire Ud. hacia atrás, señor prófugo. La policía puede que le persiga de por vida (y no precisamente en la realidad), no les de pistas, guárdese las señales en los bolsillos. Use máscaras como siempre lo ha hecho. Ponga cara de niño esperando rescate. Dese vuelta, compre un dulce, brinque de vez en cuando y deje de estrellar la cabeza contra la pared todas las noches.

Será mejor así.



viernes, 4 de enero de 2013

Náufrago de ser


Y sin darse cuenta el mar se lo ha llevado. La mano levantada ya no se divisa desde la orilla, la ayuda lo olvidó.
Y mientras flota piensa sobre la dirección que está tomando. Pues parece que la balsita de madera ha resultado más resistente de lo que parecía. Nada la rompe, aunque muchas veces parezca que así será.
No sabe el náufrago si no quiere volver a la orilla por miedo a la humanidad, no sabe si quedarse flotando por miedo a perder su balsa. ¡Se ha encariñado. El tonto se ha encariñado!

Pasan los días y ya se acostumbra, pasan las noches y le gusta recostarse encima de aquellas tablas que con tanto esmero y amor consiguió para amarrarlas unas con otras. Hoy en día es diferente, si bien las quiere ya no las aprecia como antes. Cansancio de tantas malas jugadas, de tantas volteadas, heridas y revolcones a causa de las olas y otras cosas más. Pero sigue ahí, con la frente en alto, tonto y encariñado.

Aún puede volver... pero no lo hace. ¿Estará esperando algo? Ni el mar ni nadie lo sabe, ni siquiera su propia fe o su propio destino, quien últimamente camina de lado a lado preguntándose cosas sin respuestas, con el dedo en el mentón y la mirada perdida, con la barba blanca apoyada en el pecho, con la incertidumbre que le abraza y lo endulza a seguir así... quién sabe por cuánto tiempo más.