martes, 31 de agosto de 2010

Están

El niño emocionado que quiere invitarla a salir. Y se tomó buen tiempo, respiró, planeó, conversó con la almohada como si fuera su madre. Al final, lo hizo. Punto a favor. Ella acepta y él no tiene la menor idea, no se le ocurre qué hacer, adónde ir, cómo llevarla. Sin embargo, algo necesita primero que nada: dinero.

Pero papá anda de vacaciones largas, y mamá mucho más no puede hacer. Llora, claro que sí, la rabia se desquita con lágrimas también, y a veces duelen más que darle un puñetazo a la pared. Y hace un berrinche, pero no hay nada más por hacer. ¿Prestarse? Imposible, si no tiene cómo devolver. Unas cuantas monedas le alumbran, la hora se acerca, el sudor aumenta.

Y llega el día de la cita, petrificado por sus propios fondos sale de casa caminando y pensando cómo solucionaría el tema: "Mejor quedémonos en tu casa, veamos una película" Para la canchita le alcanzaba. Y así, rumbo a su destino pasa justo al lado de un billete de 50 soles. Qué increíble sorpresa, el zapato hasta lo pisa, lo captura, no puede ser un día mejor. Una salida al cine. Perfecto. Y es martes, excelente. Con bebidas y todo. Hasta un helado a la salida. Claro, todo eso sería genial si hubiera visto el billete. Porque pasó de largo, cegado de impaciencia. Y ahí, a su lado, el billete le quedó mirando, impávido, furioso de haber hecho el esfuerzo de asentarse en la vereda, de haber saltado de algún bolsillo coqueto, a duras penas. Y ni así!

Las oportunidades siempre están, siempre aparecen, hay que saber encontrarlas.


2 comentarios:

Unknown dijo...

oye, lloré. también que ahora lloro por todo, pero me emocioné pues.

nowhere man dijo...

:) You're the best!