sábado, 16 de octubre de 2010

Lágrimas



Hoy las lágrimas amanecieron sin ganas. Sin ganas de levantarse de la cama, de ponerse la máscara de siempre, de abrir las ventanas y dejar que la luz del día entre para alegrar su día.

Hoy las lágrimas decidieron quedarse tiradas, enredadas con las sábanas. Y vieron televisión, rieron y se aburrieron. Y recibieron una llamada, e hicieron varias otras. Y se enteraron de algunas cosas que casi las hacen levantarse e ir corriendo al mundo sensible. Pero no, ya no, esta vez respiraron hondo y pudieron contenerse. Es la nueva moda.

Hoy las lágrimas no extrañaron las pupilas, ni los párpados que suelen humedecer, hoy tiraron el mundo por la borda. Acomodaron la almohada y daban vueltas mientras concebían e imaginaban a la humanidad sin su presencia. Rieron al pensar qué graciosos serían todos si al llorar no botaran lágrimas, parecerían tontos haciendo gestos y muecas, enfureciendo e hirviendo de sangre. Pero nada más. 

Por un momento se enojaron, para variar; las vitrinas del boulevard se llenaron de nuevo de algunos accesorios fastidiosos, estúpidos y siempre innecesarios. Se enojaron porque son intolerantes, se enojaron porque saben que los otros transeúntes ya vieron y mirarán ese nuevo producto exhibido, y estos sonreirán y comentarán: "qué mono!", y el dueño de la tienda también. Al frente, mientras  tanto y postradas debajo de un poste, ellas apretarán fuerte los puños y mostrarán los dientes, como cualquier mamífero que quiere defender su territorio. Idiotas. Se enojaron porque están ..., en realidad. 






Y así, las lágrimas llevan horas echadas en la cama, pero sin mojarla. Es como si su presencia muchas veces no se percibiera. Y el colchón, siempre perezoso y con la boca taponeada, contempla indiferente la batalla que sucede allá arriba. Las lágrimas que hoy decidieron no ir a trabajar empiezan a molestarle. Que se vayan -piensa. Pero las lágrimas amenazan con quedarse ahí buen tiempo. Tal vez así la humanidad se vea más graciosa, y los gestos y muecas sean los protagonistas -de ahora en adelante- de aquellos llantos tan puros y forzados que brotan de nosotros. ¿Y ahora qué hará la gente, quitarse los gestos y ordenarse el rostro en vez de secarse las lágrimas?




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