martes, 29 de junio de 2010

La cura no es igual al sosiego. Pero ambos funcionan. Y cuando hay sosiego parece que hay cura frente al mal. Momentos nada más. Con pinzas y atento, como un carpe diem prudente, a medias, tibio.

domingo, 27 de junio de 2010

Ligero

¿Adónde quedó la música? La armonía del amanecer, los compases del alba. Acaso uno de los mejores eventos que el mundo jamás presenció. Complicidad de la intención, y de la risa, y de saber pisar. Adecuadamente.

Es como el soldado caminando sobre minas. La experiencia le enseña a olfatearlas, a intuirlas, a controlarlas. No es su mundo. Sin embargo, siempre habrá una trampa. Escondida, tan escondida que se ve a diario, tan camuflada como el odio del mejor amigo. Ya no se trata de ser el mejor, simplemente de no empeorar las cosas.

Y así, las buenas épocas pueden durar años, noches, segundos. Al regresar al caos, es cuestión de cada uno lidiar con su propio orden. Rosa negra, flor muerta. Las costumbres y los rituales nunca fueron tan adversos, nunca tan traicioneros. Pintemos un mural con acuarelas, dibujemos tu sonrisa y mi sonrisa. Veremos si es sincero, o blanco y negro.



¡No lo olvide soldado! Recuerde que no debe atacar al enemigo sin tener un plan, no olvide que las balas, tarde o temprano, se acaban. Y que pareciera un fatal pecado intentar pensar y preocuparse. No. Que quede en el acta: Ya no. Aquella que firmó antes de la guerra, aquella que lo ha condenado, agriamente, a ser de nuevo un triste títere del destino y de algunas manos, tan suaves y hermosas, que manipulan virtuosamente la voluntad del movimiento y de los gestos, haciendo que aquello que nadie puede cargar obtenga el peso de una pluma. A como dé lugar, sin reparos, ni quejas. Ligero.

jueves, 24 de junio de 2010

Así sea

La partida ya empezó. Las cartas sobre la mesa, nadie respira, todos desconfían. Es la hora del juego.
Y así, empezarán las apuestas, y cada uno tomará sus fichas y las pondrá al centro. Al principio serán pocas, deben ser pocas, luego irán aumentando. O no?

La primera partida es favorable, casi para todos. Sensación de confianza, valor. Y a seguir en el ruedo. A quién no le gusta apostar después que ha ganado? Es que ahora la sangre fluye, y la razón opaca, ebria y burlona deja un momento su trabajo y se dispone a descansar. Que trabajen las pasiones!



Horas, días, y la partida es perfecta, nadie puede detener a los grandes jugadores, a aquellos que nos demuestran que en estos juegos no se trata tan solo de suerte, hay que saber mover las cartas. Así sea una o dos, puedes ganar. Es cuestión de... de qué?

Y así, se gastan los cigarros, y los dedos, y vivimos contemplando el paso de todo, el deterioro, la fragilidad. Porque al final, puede ser, que termine el día y en la última se pierda todo. Nada lo asegura, ni siquiera el mejor de aquellos manipuladores, ni siquiera las cartas. El azar siempre está, débil o fuerte, ingrato e imponente.

lunes, 21 de junio de 2010

Neutro

Como el que nunca llega tarde pero tampoco aparece tan temprano.
Como el que compra un kilo de manzanas pero se come dos.
Como la luna.
Como el que deja que lo empujen pero se enoja cuando abusan.
Como Aníbal, que conquistó y esperó años una ayuda que nunca llegó.

De qué sirve entonces, de qué? El esfuerzo de la vida es el esfuerzo de las ganas, del ímpetu, de quitarse el sombrero y lanzarlo al río, de ir corriendo a toda velocidad en traje, de ensuciarse las mangas de la camisa.

Es como la historia del fanático que compró el boleto para ver la final del mundial de fútbol. Viajó miles de kilómetros, sin saber el idioma. Al llegar, buscó la dirección y llegó al estadio. Majestuoso, colmado de gente. Atmósfera sublime. Buscó su asiento lentamente, sonriendo, cuando llegó y lo encontró, se sentó de espaldas a la cancha. Mirando a las graderías. Y así fue como presenció todo. La final.

sábado, 19 de junio de 2010

Implosión


Implosión. La procesión se lleva también por dentro, y profundo, y bien lento. Algunos levantan el ataúd sin ganas, otros se esmeran pero no sirve porque el equipo no se decide. El humo del incienso destila un aroma dulzón pero que fastidia, que no termina de convencer.


El destino ha sido un planeta lejano, en el que nadie ha aterrizado jamás. Se nota porque todo es nuevo. Se nota porque la infinitud del camino brilla e irradia magnificencia, es un mapa de cristal, con los bordes del más fino de los hilos de Aracne. Una delicia jamás pensada, jamás soñada pero presente. Imágenes.

Sin embargo existe una zanja, se cree que es mágica porque aparece a veces. Aunque más veces que a veces.
¡Mucho cuidado señorita! Cruce con cuidado, salte si es posible. No vaya a ser que se caiga como el anterior que ni cuenta se dio y cayó derechito al fracaso, directo a la miseria de la duda, tan cercana y placentera.

Y son esos momentos, que aparecen de repente,  en los que se piensa tanto que se nubla la vida, le cae un ventarrón, un fuerte viento y la remece hasta desgastarla. Son esos momentos que hacen que aparezcan las máscaras, las caretas, los disfraces, todos esos aditamentos que sirven de armadura para subsistir. 

Es como conversar con el camaleón, a veces no sabrás si le estás hablando a alguien más. Molestia. Y es que no es la culpa de los que cargan el ataúd! Es la culpa del muerto mismo, que no se deja cargar, que se mueve a propósito, porque siempre lo hace, en todos sus entierros. ¿Se dará cuenta que al no moverse correrá mejor suerte? 

Con todo, lo que prima no es la incomodidad de quienes cargan al muerto, ni el olor del incienso, ni el viento. Aquí, señores, lo que prima es la convicción de haber visto la energía, de haberla sentido. Un corto circuito muy distinto el que se vive en aquel planeta desconocido, un par de alambres que al rozarse hacen retumbar todo, incluso a la piel de la Tierra misma. Lejos.


lunes, 14 de junio de 2010

Al final, todos terminaremos en el hoyo, bajo tierra o en el mar. El temor al error debe desaparecer, el consuelo de la muerte es la inyección. Entonces, a seguir cabalgando, aunque no sepamos si vamos a caer ahora o en unos días. Porque igual sucederá, quieras o no, quieras o no.

domingo, 13 de junio de 2010

Porque eso es...

Es la bronca, la impotencia, la sensación de gritar en mute. Un epitafio perfecto, mármol plomo con puntitos más oscuros,  y que diga en letras rojas: Nada. 
Porque eso es, nada. Y amanece como siempre, y todo es lo mismo. Todo. Entonces te detienes, miras, piensas y te das cuenta que eres menos que un punto, que un puto punto hecho por un lápiz, mal tajado y con la punta desgastada.

Luego saltas, buscas refugio en el sótano. Craso error. Ahí hay fiesta. Prohibido el ingreso para los débiles. Déjalos bailar, déjalos reír, que así siempre han sido felices, inmersos en sus mentiras, bañados en sus lamentos.
Entonces buscas refugio en el exterior. Peligro. La calle es una selva de lamentos ¿Qué hacer? Nada, porque sí, porque eso es. 

Y es como si nada pasara. Alma despiadada que olvidas tu pasado, que tienes amnesia a diario, que impones el culto a tu espíritu por encima de una sonrisa. ¡Maldita seas! Y lo peor de todo es que en el cuarto no entra ni una queja más, las normas fueron escritas por sabios (o al menos eso pensaban que eran). No hay reclamos. Ventanilla cerrada, dice. Pase a la siguiente ventanilla (que igual tendrá el mismo cartel)

Cuerdas, cuerdas, y siempre en la misma nota. No mirar más hacia atrás, sería bueno que te sujeten el cuello con un yeso que dure mil años. Sería bueno que no hayan intenciones, que la voluntad terca y ansiosa se reprima con un buen grito. ¡Que la caiga una palmada! ¡Que  escarmiente!

Y quieres preguntar, y te dan la respuesta antes. Y necesitas comprar naranjas, pero en tu bolso te pusieron uvas, pequeñas y de varios colores. No era lo que querías, pero sí lo que esperabas. Porque nunca has ido al mercado. Y no sabes bien cómo hacerlo. Qué ingenuo eres pequeño. Que no se queden con el cambio. ¡Reclama! Podrías comprar otras cosas con ese dinero, no seas tonto. ¿Conformista? Seguro que sí- dirán algunos. Claro que no- los que realmente olfatean el perfume de la sinceridad puesta a flote. ¡Qué injusto!

Lo peor es que el guión está escrito, y el largometraje ya está diseñado. Entonces ¡Váyanse todos a la mierda!... 



sábado, 12 de junio de 2010

Domingo menos uno

Lo gracioso de estar sentado. A veces parado, o recostado en cama. Y mirando a cada instante el mundo interno. Y hay fuego. Todo el tiempo. Y vuelve a calentar, y decide fastidiar. Se trata de aprender a respirar en medio del incendio.

Y ahora todo suena, y cada segundo volteas, y escuchas lo que creíste escuchar. Y piensas lo que no quieres pensar. De pronto suena la alarma. !Es la señal¡ Falso: es simplemente la única cuerda que sostiene al puente colgante que está apunto de caer.

¿Cómo, entonces, habrá equilibrio de nuevo? El mundo que has visto no es nada de lo que esperas, pero sientes curiosidad, la de los gatos techeros, la del niño abriendo un regalo. Y lo mejor de todo es que no existe nada por lo cual esperar alarmas. Invenciones puras, a duras penas.

Armemos un tríptico sobre la incertidumbre. Pongámosle título, síntomas y consecuencias, luego hagamos de él un avioncito de papel. ¡En sus marcas, listos, ya! Que vuele por los aires, que sea libre, que pase por encima del incendio, que no escuche nada, que mantenga el equilibrio. Siempre. En el aire.


Caminar sobre arena, transpirar, esfuerzo. Cada vez los pasos se hacen más pesados, pero se avanza. ¿Será mejor que caminar sobre nubes?

miércoles, 9 de junio de 2010

Paréntesis

Cada cierto tiempo los planetas confabulan, maquinan, se toman la molestia de perder el tiempo planeando. Cada cierto tiempo el alma de la galaxia debe paralizarse. No se trata de un capricho, es una necesidad. Miles de gotas de sudor habrán de estrellarse contra el pasto, millones de corazones romperán los pechos para salir disparados sin temor a chocar con cualquier obstáculo que se atraviese.

Es tiempo de observar, de dejar lo importante para el final; es tiempo de vivir, de sentir en la piel y en cada poro del cuerpo una llama que no ha de apagarse a conciencia. La humanidad jamás fue tan feliz, hombres y mujeres gozan a su estilo, machos y hembras cumplen sus roles, perros y gatas se mezclan en la muchedumbre.

Es un viento demasiado helado (y a la vez hirviente), no sólo despeina sino también empuja. Y empuja fuerte, te caes pero ríes. Vuelve a empujarte y hasta te arrastra. Pierdes un zapato, también la billetera, pero no importa. Y mientras eres un muñeco de trapo tirado de unas cuerdas, gozas sometiendo tu cuerpo al suelo, a las piedras, a los vidrios. Luego te pondrás de pie, sonreirás y cuando menos lo pienses habrás ganado.


Al final, este tiempo pasará, y el orden natural del mundo regresará: cada cosa a su cajón. Pero eso sí, mientras dure el mundial de fútbol, las ráfagas de emociones brotarán a cada instante. Si no lo crees, lo siento. Estas cosas se viven, no se pueden explicar.

lunes, 7 de junio de 2010

Tic tac, un segundo: tic tac, una hora: tic tac, una noche. Y así, todas las noches...

domingo, 6 de junio de 2010

¡Huelga!

Prohibido sentir la brisa del mar en el rostro
Prohibido despertarse con los ojos abiertos
Prohibido disfrutar una caricia
Prohibido sonreír
Prohibido cerrar los ojos y estar calmado
Prohibido acurrucarse en presencia de alguien
Prohibido fluir
Prohibido sincerarse, menos confesarse
Prohibido juguetear con los cabellos
Prohibido dar la mano
Prohibido rozar
Prohibido oír melodías dulces
Prohibido querer 
Prohibido querer ser
Prohibido halagar y dejar huellas en la mejilla
Prohibido escribir, pensar, soñar



¡Es la huelga! ¡Es la huelga! ¡Saquemos los carteles, salvemos lo prohibido! Todos iremos en rondas, por las calles, caminando juntos mostrando nuestras prohibiciones, enorgulleciéndonos, siendo felices al expresarlo, al manifestarlo, porque lo hacemos porque lo sentimos, realmente lo sentimos.

¡Es la huelga! ¿No oyeron? Que suenen los tambores, que suenen los bombos, pero no las tarolas, esta vez necesitamos golpes secos, que lleguen al interior de cada peatón, no queremos golpes de mentira, de desfogue ni de ritmo: queremos golpes sinceros, esos que calan, esos que saben decir sí, o no. Pero bien dichos.

Usen los megáfonos, las banderolas, todos caminando por las plazas, por los parques, que nos escuchen en el mundo entero, que sepan que en estas épocas está prohibido sentir, querer sentir, que sepan que está prohibido ser como se quiere. ¡Es la huelga!



sábado, 5 de junio de 2010

Se aprende

¿Podrás hablar con agujas en la garganta? Complicado. Haciendo el esfuerzo aprendes a dosificar, y sólo dices aquello que sientes, y te guardas lo que piensas. Porque muchas veces los gemelos salen volando con la pierna arriba, sin mirar los daños que pueden causar, porque muchas veces la explosión se lleva todo a su paso, entonces aprendamos de las agujas, duelen pero sirven.

Y allí, en medio del silencio obligado (aunque no siempre voluntario) aprendes a luchar, a trepar, a jalar, y a pisotear a quien quiere ocupar tu lugar en medio de la montaña. Sangre antes que la derrota. Así nos hacemos más fuertes, así creemos más en nosotros, y el que no esté de acuerdo que se deje pisotear. Total, las manos siempre estarán sucias cuando uno se atreve al riesgo.

Escalar ¿Para qué? Para lograr la gloria, nada más ni nada menos. Y que pasen los siglos y hablen de ti, y que en tierras lejanas sepan tu nombre, y que en la mañana y en la noche te recuerden. Nada más placentero que llegar a la cima, levantar los brazos y gritar, gritar tanto que retumbe la galaxia entera, que bailen los planetas, que se tomen de las manos y hagan los pasos de un buen vals, que los ríos detengan su caudal por un momento, que el sol abrace a la luna y la invite al cine, que se detengan aquellos que caminan, que se callen aquellos que hablan, que el mundo observe que hay algo más, que se fijen que existes...


jueves, 3 de junio de 2010

Indestructible

Un candado de hierro, el laberinto de Creta, un grano de arena, el alma. Hay cosas, tan simples, tan raras, tan distintas que no pueden romperse o destruirse, que no pueden variar o debilitarse. Algunas veces producen diálogos con miel,  palabras de seda que se amoldan a la piel; otras veces lanzan cuchillos afilados, reafilados, sedientos...

No es saludable, no es adecudado, no es sensato, pero es delicioso, la gloria en un segundo, el placer puesto en pausa eterna. Intentar destruir lo indestructible satisface, incita, empuja. Es cuestión de mortales, y de mortales tontos, ingenuos, guiados por estúpidas creencias en el anclaje de un pensamiento futuro, en el chasquido de dos eslabones al juntarse para formar la cadena. Mentiras son.



La noche es testigo, el día también (aunque más la primera) de todas los árboles plásticos, de las latas de algodón que pateamos a diario y que no van a ningún lado de la vereda. Oscuridad y luz son testigos de esas partes de la mente, tan diáfanas y confusas, que día a día buscan, que día encuentran... aunque no necesariamente aquello que andaban buscando.

martes, 1 de junio de 2010

Agua y aceite

Alguna vez el agua y el aceite se sentaron y vieron el amanecer, juntos. Luego se levantaron y caminaron, sin saber adónde ni por qué. Se sentaron en la plaza, conversaron. Luego fueron a un café, pero no entraron. Prefieren siempre estar de lejos, y de cerca cuando hay silencio. 

También discutieron, porque no pueden vivir sin esa confrontación, sin esa rivalidad escondida. Sus miradas se han encontrado, pero las ventanas del alma parecen cerradas, todavía. Si tan solo trabajaran en equipo y cavaran la tierra con la misma intensidad, si tan solo se dieran la mano y así saltar el abismo del pánico,  de la alegría y del misterio; si tan solo intentaran eso...

Cada vez que cae el sol planean su encuentro, han aprendido a pasar desapercibidos, transparentes, casi gaseosos. La gente, con capa y sombrero, no se da cuenta de que están allí, a su lado. La gente no percibe que agua y aceite intentan robarles el sombrero, y sacar desde dentro un pañuelo rojo, o tal vez azul.
Es que con el pañuelo, bañado en su propia fragancia, proseguirán con el hechizo que a diario realizan para con los mortales, tan tontos, tan ciegos, tan ellos.

Y así, salen corriendo entre risa y sonrisa, entre gestos y roces. 



Hasta que se separan, porque es así, porque no pueden, no deben, no es correcto, no es menester que sigan juntos. Cada uno regresa a su aldea, a refrescarse en las aguas de sus lagos de soberbia, de antinomias, de patrañas. Vuelven a su refugio, y de cuando en cuando, muestran la cabeza, sólo los ojos mirando el horizonte, pero siguen sin saber qué quieren encontrar.

Agua y aceite, ya es hora del exterminio, de la guadaña en el cuello, de la granada en el párpado.
Agua y aceite, ya es hora de iniciar el fin. Lamentablemente, amanecerá otra vez: tarde o temprano volverán a juntarse.