¿Adónde quedó la música? La armonía del amanecer, los compases del alba. Acaso uno de los mejores eventos que el mundo jamás presenció. Complicidad de la intención, y de la risa, y de saber pisar. Adecuadamente.
Es como el soldado caminando sobre minas. La experiencia le enseña a olfatearlas, a intuirlas, a controlarlas. No es su mundo. Sin embargo, siempre habrá una trampa. Escondida, tan escondida que se ve a diario, tan camuflada como el odio del mejor amigo. Ya no se trata de ser el mejor, simplemente de no empeorar las cosas.
Y así, las buenas épocas pueden durar años, noches, segundos. Al regresar al caos, es cuestión de cada uno lidiar con su propio orden. Rosa negra, flor muerta. Las costumbres y los rituales nunca fueron tan adversos, nunca tan traicioneros. Pintemos un mural con acuarelas, dibujemos tu sonrisa y mi sonrisa. Veremos si es sincero, o blanco y negro.
¡No lo olvide soldado! Recuerde que no debe atacar al enemigo sin tener un plan, no olvide que las balas, tarde o temprano, se acaban. Y que pareciera un fatal pecado intentar pensar y preocuparse. No. Que quede en el acta: Ya no. Aquella que firmó antes de la guerra, aquella que lo ha condenado, agriamente, a ser de nuevo un triste títere del destino y de algunas manos, tan suaves y hermosas, que manipulan virtuosamente la voluntad del movimiento y de los gestos, haciendo que aquello que nadie puede cargar obtenga el peso de una pluma. A como dé lugar, sin reparos, ni quejas. Ligero.
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