domingo, 27 de junio de 2010

Ligero

¿Adónde quedó la música? La armonía del amanecer, los compases del alba. Acaso uno de los mejores eventos que el mundo jamás presenció. Complicidad de la intención, y de la risa, y de saber pisar. Adecuadamente.

Es como el soldado caminando sobre minas. La experiencia le enseña a olfatearlas, a intuirlas, a controlarlas. No es su mundo. Sin embargo, siempre habrá una trampa. Escondida, tan escondida que se ve a diario, tan camuflada como el odio del mejor amigo. Ya no se trata de ser el mejor, simplemente de no empeorar las cosas.

Y así, las buenas épocas pueden durar años, noches, segundos. Al regresar al caos, es cuestión de cada uno lidiar con su propio orden. Rosa negra, flor muerta. Las costumbres y los rituales nunca fueron tan adversos, nunca tan traicioneros. Pintemos un mural con acuarelas, dibujemos tu sonrisa y mi sonrisa. Veremos si es sincero, o blanco y negro.



¡No lo olvide soldado! Recuerde que no debe atacar al enemigo sin tener un plan, no olvide que las balas, tarde o temprano, se acaban. Y que pareciera un fatal pecado intentar pensar y preocuparse. No. Que quede en el acta: Ya no. Aquella que firmó antes de la guerra, aquella que lo ha condenado, agriamente, a ser de nuevo un triste títere del destino y de algunas manos, tan suaves y hermosas, que manipulan virtuosamente la voluntad del movimiento y de los gestos, haciendo que aquello que nadie puede cargar obtenga el peso de una pluma. A como dé lugar, sin reparos, ni quejas. Ligero.

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