martes, 25 de mayo de 2010

Culpa

¿Cuál es la culpa?
O acaso está prohibido sentir en estas épocas, o acaso ya no se puede dibujar con punta fina, manchando a cada momento la aguja en el tapón de tinta.

No es justo, no es que sea injusticia pero cada quien es cada quien. La marmota que siempre quiso dormir no podrá resistir la vigilia si le destruyen la madriguera; entonces le echará la culpa al destructor, cuando en el fondo eso era lo que realmente necesitaba para verse cara a cara con el mundo.

Y el "destructor" es, ahora, el causante de todas sus penurias. Y hasta daña, agrede, y golpea... golpea como el mazo de un bombo. constante, duro y determinante.


Suspira helado, que al final no es tu culpa ¿O sí? Pero es que la historia desentierra hasta el último escombro. Y eso está mal, podría evitarse, debería evitarse. La pala ya llegó a la mayor profundidad, la arena se ha abierto formando el boquerón de la tristeza, del auto-castigo, de la conciencia de maldad. ¿Y si realmente fuiste tú? Matón, matón de jirón, de viejas sentadas en una plaza, de palomas con las alas cortadas. Eso eres, un títere sin movimiento, un mimo que habla, una daga que rebota en cuerpo ajeno.  

Y así, los espíritus hacen sonar las hebillas de las correas, las campanillas de la sala desprenden melodías agridulces que invitan al hundimiento, a la caída, al abismo de la sensación de daño, de castigo. Y todo eso ocurre sin aviso previo. Porque el matón sabe que no lo es, así como el destructor sabe que no fue su intención. ¡Pero lo hiciste imbécil! Dañaste a quien no debías, mataste a quien no querías, estafaste a quien querías. 

¿Cuál es la culpa entonces? 
La de ser y sentirse un conjunto de piedras, de papeles, de símbolos. Y todos ellos demasiado pesados.


Dedicado a G.

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