martes, 18 de mayo de 2010

Trinchera del miedo

¿Y ahora? ¿Qué más tiene que pasar para que el gato aprenda la lección?
Tal vez una distancia más alta, o mejor, una dinamita en los ojos. Aunque aún así, le quedarían 6 vidas.
Y en la trinchera, los soldados se cuidan entre ellos, miran a todos lados, algunos más alertas que otros pero siempre cuidándose la espalda. De pronto llega el ataque, inminente, imponente, agresivo y desgarrador.
Resiste valiente, como el gato, como el soldado, resiste valiente, resiste idiota.

Ha pasado el huracán, pero sigues con vida. Maldita rata de alcantarilla, ¡púdrete de una buena vez! La derrota muchas veces es necesaria, pero la humillación no. El acta ya está lista, pon la firma, mueve el puño, no te cuesta nada. ¿O sí? Ya llegaron los mensajeros del infierno, están aquí, allí, allá; están en todos lados, esperando sentados en sillas de mármol tu acto de honra. Porque hasta ellos saben que la tienes.

Es la religión del insecto, sobrevivir a como de lugar, a pesar de que nadie le haga caso, a pesar de que quien lo vea simplemente lo ignora. ¡Huye! Porque, paradójicamente, ahora eres tú quien debe correr. El escape no es de victoria, pero sí de necesidad. Nuevas manchas en la cara y una copa de martini, suficientes como para endulzar la mente. No olvides la pistola para el que late (sólo si molesta de noche)



Al final de la jornada la trinchera se mantiene, pero no intacta, pero no destruida. ¿Le quedará algo de fuerza? Todo el día atacó, aplicó la estrategia y derribó a miles. Sin embargo, se desgastó, está vieja, como el ropero de la esquina de la sala, empolvado y sin manijas en los cajones. El gato las rasguñó, o se las comió. ¿Qué más da?

Solo queda esperar que vuelva a amanecer, abrocharse bien la camisa, cargar las balas y ponerse el casco. Sólo queda despertar en un tejado, con los bigotes atascados, planeando un nuevo salto hacia la eternidad, un nuevo movimiento de agilidad que desafíe a quien sea. Porque todavía tienes 7 vidas. Luego, observar los primeros rayos de sol que llegan al rostro y cantar el himno de la derrota, la oda a la mediocridad, los versos de la conformidad, del miedo y del temor de descubrir la vida misma:

"Mañana será un nuevo día"

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