domingo, 16 de mayo de 2010

Chispas, locos, chispas

El loco va por la calle, en medio de la neblina y del frío, con los anteojos rasgados de gotas de garúa leve pero directa, lo suficiente como para empañar cualquier alma, cualquier ser.

Preguntándose sobre sí, y a veces sobre no, el loco mira al suelo y en la vereda observa su vida entera: retazos de papeles, suciedad, un cigarro a medias, huellas de pisadas anteriores, inscripciones en el cemento que alguna vez fue fresco, y alguna otra que otra cosa que le sorprende sobremanera.

De pronto un auto se cruza en su camino, en la propia vereda. Es un auto que está saliendo de una casa, el portón se abrió, va en retroceso y muy lentamente. El loco se queda inmóvil, pensando en la maldita coincidencia de tiempos para que le estorben el camino; se mira en el reflejo de las ventanas del auto. Eres horripilante...  y ya sabe lo que debe hacer: Caminar rápido y pasar al auto por la culata (pegándose más hacia la pista), o caminar lento y pasar al auto por el frontis (pegándose más hacia la propia casa). Toda su vida ha sido eso. Piensa. Toda su vida ha sido negra o blanca.  Pero el loco se da cuenta de algo, ha brotado una curiosidad que todavía se esconde como los duendes detrás del tronco del árbol que custodian, asoma ligeramente y al verse a sí mismo reflejado, se esconde.



"He encontrado una tercera opción", Sí sí, has encontrado una. ¿En serio crees eso? Lo que pasa es que es así, o negro o blanco. Pero nunca gris, Plomo, manchado pero no tanto.  Extremos, hasta hoy. Y hoy es el día en que el color del cielo se plasma en sus labios, hoy es el día que el azar eligió para que el loco se vuelva cuerdo, al menos por un instante, un chispazo de cordura. Hoy es el día en que el sabor de la humedad se impregnó en su mente, y le aprieta.
Claro que hay una tercera opción: Quédate ahí.

El auto salió en retroceso, ya está en la pista, gira y emprende su marcha. Y el loco sigue detenido en la vereda. ¿Se trata de no hacer nada? El auto que le impidió el paso ya se fue, tiene nuevamente el paso libre. Esperar un poco más hizo que el loco entienda que hay una tercera posibilidad, que por más que no le guste y la odie puede funcionar. ¿Y qué tal si sólo dejas que lo que aparece desaparezca? Nada más, ni nada menos. ¡Mago, alquimista vende humos! ¿Resistirás?

Porque al final, el loco se va a olvidar de su nuevo descubrimiento, y hasta está tan acostumbrado a decidir por lo mismo de siempre, que la nube llena de marshmellows -sonriente y positiva- pasará por su cabeza escupiéndole, burlándose. Y él, ni cuenta se dará.
Entonces la próxima vez que un auto salga de un garage y le impida seguir caminando en la vereda, el loco correrá por la culata, o caminará lento por el frontis. Tal vez vuelva a olvidarse de esta efímera y eterna tercera opción, total, fue sólo un chispazo de cordura, nada más.

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